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“Tantas
veces me mataron, tantas veces me morí
Sin embargo estoy aquí, resucitando”.
Cómo
tenemos una cámara de fotos que saca unas placas impresentables, decidimos
presentar de aquí en más el informe con un tema musical que refleje lo que fue
el partido.
En
este caso vamos con uno de la Gran Negra Sosa, que con el párrafo con que se
inicia esta crónica, da cuenta en 13 palabras lo que se sintió en la tarde de
Soldati.
Aceptamos
críticas como que “con este tema te querés pegar un tiro en los huevos”. Pero hay
que decir que incluso en este ítem, el tema va de la mano con lo que fue el
partido.
El Verde tenía una
verdadera final que enfrentar, pero jugó un partido desastroso, si perdía 2-0 a
los 30’ del segundo tiempo nadie podía decir nada.
Las caras de los dirigentes
/ allegados / periodistas partidarios/ Pseudo periodistas / pseudo partidarios / colados / gente que no se sabe cómo
entra / vendedores de maní / vendedores de pseudo maní / vendedores de fotos / perros partidarios que no
paran de ladrar / pseudos perros / etc que estaban en la popular visitante era la de aquellos que
son obligados a ver una novela de Suar cuando apenas uno llega de trabajar.
Todos saben que la
novela en sí es una mierda, pero hay que fumársela todo el año, porque tiene
final feliz. Acá ni siquiera eso.
El Verde ganó uno de
esos partidos que uno no sabe cómo explicarle a quién no fue a la cancha. No
dio pie con bola en todo el partido y se fue festejando.
Lescano es el primer
responsable de la victoria, el Mono tuvo dos atajadas terribles que le dieron
vida al Verde en el primer tiempo, un cabezazo y un mano a mano ante el Guaraní
Miranda Moreira. Ituzaingó apenas si se acercó al arco del arquerito Vega con
un remate de Aliendro y otro de Zampini, pero no llegaron a ser chances de gol
netas.
El planteo de Damián
no dio resultado, en ofensiva el Verde fue un equipo apático, con un Aliendro
que las guapeba pero que no generaba nada peligroso. Gauna corría la misma
suerte, perdía más de lo que ganaba. Bruno sólo arriba participaba poco y nada.
Y cada tanto el Lila
preocupaba a Lescano que mantenía el cero y la esperanza de revertir el guión
de Suar.
En la segunda etapa el
Verde seguía repitiendo errores y frases de Panigassi, Sacachispas encontraba el
primero de cabeza tras un tiro libre. Banegas la mandaba a guardar y parecía
enterrar todas las chances matemáticas.
Pero increíblemente el
Verde no reaccionaba, estaba para el cachetazo. Regalado en defensa Sacachispas
se perdió tres goles imposibles. Lescano respondía como podía y seguía dándole
vida al León.
Pero se notaba un
equipo perdido, sin ideas. Recchia y Tellas se metían al campo de juego para
tratar de cambiar la historia. Ituzaingó estuvo “ido” del partido desde el gol
del local, por veinte minutos. No le generó una sola chance de gol y apenas si
rogaba que Sacachispas no lo pudiera liquidar.
El panorama era de resignación
total, no había respuestas. Hasta que apareció de la nada a los ST 35 el Loco
Recchia para empujar la pelota tras una jugada iniciada desde la izquierda.
Empate, locura, ilusión, enajenación. ¿Quién hizo el gol? Aliendro decía uno,
Gaby Tellas decía otro. Nadie vio un carajo. No se veía nada a 50 metros del
arco que daba a la autopista. Que mierda me importa quien lo hizo gritaba otro.
Empate y a mirar el
reloj, quedan 11’. Ituzaingó que estaba para el cachetazo, muerto, golpeaba la
puerta del cajón para decir, esperen !!!
Y el equipo a partir
de ahí se transformó. Le generó 5 chances clarísimas de gol en lo que quedaba
del partido, incluyendo los dos goles.
A los dos minutos de
empatar el Loco entrando por derecha trató de rematar, lo taparon, enganchó
para la zurda y casi abajo del arco remató por sobre el travesaño.
Tres minutos después
el Coni Vallejos se lo perdió de cabeza abajo del arco, cabeceó de sobrepique y
la pelota se fue alta.
Dos minutos después,
una jugada calcada, cabezazo de sobrepique arriba, vaya uno a saber de quién.
Sinceramente desde nuestra posición era adivinar. Una cosa es una cosa y otra
cosa es otra cosa.
El Lila tuvo dos contras
que pudieron ser letales pero el Verde lo tenía acorralado. Estaba para
cualquiera. Benítez adicionaba cuatro minutos y la sensación era ambigua hasta
allí. Se había jugado como para perder claramente, pero se había empatado. Pero
no daba ni para esbozar una sonrisa. El empate no servía aún teniendo en cuenta cómo se había
dado el partido.
Cuando ya se habían jugado
tres de los cuatro minutos (¿recuperados?) Aliendro encaró por el centro del
campo y empezó a limpiar muñecos hasta que lo bajaron al borde del área. Iban
ya 48’. Marcos agarró la bocha y cuando todos pedían “fierrazo” sencillamente
la colgó del ángulo con suavidad magistral por sobre la nutrida barrera del
local. Golazo.
Locura, adentro de la
cancha y afuera, en la cabecera del Verde. Jugó para morir, estuvo al borde,
pero vaya uno a saber por qué, salió ileso.
Un minuto más dio
Benítez porque el festejo fue interminable. Y un centro más sufrimos. Pero ya
nos habíamos bancado la pedorrada de la novela de Suar, así que era hora de que
el final feliz se hiciera presente.
Pitazo final, seguimos
vivos ! Estar cerca es muy bueno (?). Nos cansamos de jugar bien y merecer,
algún día la taba tenía que caer para este lado. No nos den por muertos
señores, vamos a pelear hasta el final.
FINAL CON PIEDRAS
Para variar, la Policía
(en este caso Federal) volvió a dar la nota. Dejó sin custodia el sector
visitante y de no ser por la paciencia de la gente del Verde, todo hubiera
terminado peor. Liberó la zona y algunos púberes de Sacachispas ingresaron al
estadio promediando la segunda etapa, simplemente abriendo un portón que estaba
sin candado.
Cuando finalmente se
hicieron presentes y les indicaron a los adolescentes que ese no era su lugar,
volvieron a dar la nota.
Con la victoria agónica
del Verde empezaron a llover piedras desde afuera del estadio. La policía
respondía con dos acciones: La primera, esquivar las piedras (son policías, no
boludos), la segunda filmar a los allegados de Ituzaingó, cuando estaba claro
que quienes armaban quilombo eran los locales.
Sacachispas con suerte
junta 100 personas (pero con mucha suerte, onda ganador del Loto) y no podían
controlar a 50 pibes que se creían Barras tirando piedras.
La pasividad de la
Policía fue tal que en determinado momento abandonaron el estadio corriendo a
los tira piedras dejando sin custodia el estadio.
Lo peor es que
seguramente el Club local va a ser sancionado, cuando los que deben garantizar
la seguridad son los de gorra que cobran por eso. Lo de los clubes pagando las boludeces que hacen los descerebrados es el cáncer del fútbol, lo que mata
poco a poco a los clubes. Más cuando son 25 nenitos que tiran piedras. Si no
pueden controlar eso, estamos fritos. Pero los clubes tienen también su parte
de culpa, en no saberse plantar todos juntos y no dejarse sancionar cuando los
de come-pizza hacen las cosas mal. Si no se revierte esto, vamos a seguir a
merced de 15 Bart Simpson que buscan fama tirando piedras.
ITUZAINGÓ: Matías Lescano, Nicolás Vallejos, Leandro
Scipione, Emanuel Mantovani y Lucas Escobedo; Marcos Zampini, Oscar Ibáñez,
Jonathan Di Toro y Nicolás Gauna; Rodrigo Aliendro y Bruno Rodríguez.
GOLES: ST 11’ Banegas (SAC) – 35’ Recchia (ITU) – 93’
Zampini (ITU)
Cambios: Gabriel Tellas
por Rodríguez, Jonathan Recchia por Di Toro, Rodolfo Gómez por Escobedo.
Suplentes: Ferreiro, Sicari, Cristaldo, Gelpi.
Arbitro: Cristian Benítez.
DT: Damián Troncoso.
Por Cinquito.